El Corazón Alondra es un corazón que ha buscado dentro de sí mismo la verdad, sincera y verdadera de la esencia personal. Un corazón humilde, campechano que no necesita brillar. Su esencia es la divinidad y eso lo hace lo suficientemente grande, humilde y puro para reconocerse inmenso.

Empezar un camino espiritual o de despertar de conciencia nos lleva a pasar un proceso que  fuera de toda conciencia tiene un patrón común. Todos pasamos por eso. Y ese ha sido mi proceso, transitarlo desde la experiencia, las duras y las buenas, conociendo cada una de las partes que manipula la conciencia. Asumiendo los miedos, los riesgos, los cambios que conllevan convertirse en tu propio maestro espiritual. No necesitamos buscar más allá, solo conocer la forma, los protocolos a respetar. Algo que no se enseña en la escuela ni en la universidad. Algo que condiciona toda nuestra existencia, identidad, mente y realidad. Y  hacerlo conectada con la esencia, la tuya, la de tu sistema familiar, la de tu comunidad. Sanando, desprogramando, limpiando, asumiendo tu responsabilidad y tus carencias. Dejando de luchar con los demás para alcanzar todo tu potencial. Conectando con lo invisible, iniciándote en mundos completamente imperceptibles pero existentes y sintientes. Enfrentándote a todo y a todos, incluido a ti mismo. Transcendiendo tu propia guerra personal y espiritual.

Un recorrido inmenso dirigido a aprender, a ver, a sentir, a escuchar, a ser, a percibir de una forma diferente sin sentirte un bicho raro y abandonar lo mundano. No  tenemos que llegar a ser gurús ni maestros espirituales, basta con que seamos nuestros propios maestros y podamos asumir el reto de introducir lo divino en lo mundano, lo desconocido con lo conocido, sin separarnos de los demás. Ahí está el reto. En ser uno mismo, sin huir, incompleto e imperfecto. Pero sabiendo que mitad eres divino, mitad eres humano. Amar y amarnos con pasión, verdad y seguridad  sobre lo que uno es bueno.

Respetando todas las conciencias y sus procesos. Un corazón que no se deja avasallar, que está por encima del bien y del mal. Al que ya no se le puede generar ningún daño moral. Un corazón fuerte y valiente a la vez que sincero y bueno. Esto es justo es lo que me ha regalado mi herencia genética familiar y mi propio crecimiento y despertar de conciencia. La libertad personal.